La gestión de Calidad: más que una tarea, un compromiso inherente
Durante mis años en la industria hotelera, que ya van más de 20, me he encontrado con una frase que se ha vuelto casi un mantra para algunos empleados: “voy a dejar de hacer mi trabajo para hacer calidad”. Esta declaración, aunque bien intencionada, encierra un malentendido fundamental sobre lo que realmente implica la gestión de calidad en nuestro trabajo diario.
En relación a esta declaración quiero mencionar que la calidad no es algo separado de nuestras responsabilidades laborales, más bien, es una parte integral y esencial de ellas. La gestión de calidad no es una tarea adicional o una interrupción en el flujo de trabajo, sino un compromiso constante que debe estar presente en cada acción que realizamos.
Cuando un empleado dice que va a “dejar de hacer su trabajo para hacer calidad”, puede interpretarse erróneamente como si la calidad fuera un objetivo independiente que se persigue en detrimento de las responsabilidades asignadas. Sin embargo, esta mentalidad no solo es contraproducente, sino que también subestima la verdadera naturaleza de la calidad en el servicio.
La calidad no se logra a través de acciones aisladas o momentos específicos en el día laboral; se construye a lo largo del tiempo, en cada interacción con los clientes, en cada detalle atendido y en cada proceso mejorado. Desde la recepción hasta el servicio de habitaciones, desde la limpieza hasta la atención al cliente, cada tarea contribuye a la experiencia general del huésped y, por lo tanto, debe llevarse a cabo con los más altos estándares de calidad en mente.
Por lo tanto, en lugar de “dejar de hacer nuestro trabajo para hacer calidad”, debemos reconocer que la gestión de calidad está inherentemente integrada en nuestras responsabilidades laborales. Significa comprometernos en la excelencia en todo lo que hacemos, en buscar continuamente formas de mejorar y en mantener un enfoque centrado en el cliente en todo momento.
La calidad no es una tarea adicional; es nuestro deber fundamental como profesionales de la hospitalidad. Al abrazar este principio y entender que la calidad no es algo que se añade al trabajo, sino que es el núcleo mismo de nuestro trabajo, podemos elevar no solo la experiencia del cliente, sino también nuestra propia satisfacción laboral y el éxito general del establecimiento.
En definitiva, la gestión de calidad no es una interrupción en el trabajo, sino una parte esencial del mismo. Es hora de cambiar la mentalidad y reconocer que la calidad no es un destino al que llegamos ocasionalmente, sino un viaje que emprendemos en cada tarea que realizamos.
Si quieres emprender este camino y no sabes cómo llámanos y desde Rojas Melgar Consulting te ayudaremos.